domingo, 28 de diciembre de 2008

Don Rubén, el Caballero de la Basura

La semana pasada asistí a la ceremonia de despedida de las personas que se acogen a jubilación, o desvinculación, como le dicen actualmente. Yo no entiendo bien las razones para evitar la palabra jubilación o retiro, como dicen en otros países. Es simplemente pasar a otra etapa de la vida, habiendo, en la mayoría de los casos de estas personas en particular, entregado realmente parte de su vida a nuestro hospital. Cuando hablamos de profesionales, son 20 o 40 años de su vida y cuando nos referimos a personas que no estudiaron una profesión, estamos hablando de hasta unos 50 años. Debe ser bien extraño despertarse en la mañana sabiendo que ya no se tienen que levantar temprano para llegar a poner la mano o firmar el libro de asistencia. Ya hicieron harto y es tiempo de hacer otras cosas que tal vez postergaron antes. Ojalá que si ese es el caso, tengan tiempo y posibilidades de hacerlas. Lo que cada uno haga con todo ese tiempo libre, va a depender de ellos.
Lo que yo quiero destacar es que fue mucho tiempo dedicado al trabajo con los niños, algunos en forma directa y otros en forma indirecta, como el caso de Don Rubén, el caballero de la basura. Este señor trasladaba la basura a diario por los pasillos y ascensores del hospital y a veces me comentaba alguna cosa, me imagino que con la secreta ilusión de que yo pudiera hacer algo para remediarla. Yo trataba, en lo posible, de canalizar sus inquietudes, porque cada persona tiene derecho, y es bueno que lo haga, a opinar sobre lo que observa y cree que puede hacerse de otra forma. Un día me contó que su perrito, su compañero, como él lo llamó, se había muerto. Había estado con él, acompañándolo en ese trabajo durante más de 10 años. Por ahí, en alguna parte de nuestro hospital quedó el animalito que tal vez sabía que ya no iba a ser fácil mantenerse cuando su amo jubilara.
Imaginaba que como había personas muy destacadas profesionalmente entre los que se jubilaban, ellos serían los más aplaudidos en la ceremonia. Yo iba por todos ellos y en especial me daba gusto verlo que ya se acababa el tiempo de trabajar para don Rubén. Tengo la impresión que nunca había visto una demostración tan clara de aprecio por una persona en una ceremonia de nuestro hospital como la que presenciamos ese día hacia don Rubén. Con eso se demostraba la importancia que tenemos todos dentro de las instituciones y como una persona, con su sencillez y amabilidad en el trabajo, se pudo ganar el cariño de todos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Linda nota. Aun cuando es entendible esta reacción de aprecio en una fecha tan especial, la pregunta interesante es por que la gente no demuestra el mismo aprecio por este tipo de trabajadores esforzados cada dia del año?

Catalina Mihovilovic dijo...

Yo siempre he tenido particular consideración con las personas que realizan estos trabajos. Recuerdo un programa de televisión donde un barrendero decía que la gente ni siquiera los miraba en las calles.

Unknown dijo...

Muchas veces producto de esta vida agitada que llevamos, transitamos sin darnos cuentas de las personas que estan alrededor nuestro, a pesar de compartir largas jornadas.
cada uno carga sus alegria, tristezas, logros y fracasos...muchas veces producto de la rutina olvidamos de maravillarnos de un nuevo dia...